Sus dedos largos y ágiles recorren tu cuerpo, mientras disfrutás del tacto de su piel tersa y caliente, de su aliento rítmico, sus ojos castaños que ahondan con profundidad cada curva, cada centimetro tuyo, y humedecés tus labios en los suyos, en esa hermosa sensación, ese gusto a rocío, a dulzor, y descansás tu mentón sobre su cuello, y pasás tu lengua por su nuca y detrás de su oreja, se ríe, con una risa tranquila y despreocupada, que te encanta tanto, te tranquiliza, te relaja, tus musculos se distraen, acariciás su pecho, su espalda, lentamente, disfrutando del contacto, hasta tomarlo de la mano, es una sensación única, son uno, uno solo, apretás con fuerza, y dejás que el los guíe, tan seguro, tan directo, percibís tu espíritu inquieto, tu corazón agitado, rendirse a su sereno andar, su confianza te invade, te llena de luz, de paz, y querés darle todo a cambio, todo, porque nunca nadie te habia hecho sentir asi, pero no alcanzás a decir una palabra, porque, sonriendo, pone un dedo en tu boca, y asiente, no hacen falta verbos o sujetos para expresarte, tus ojos te delatan, y lo besás, hasta lo más profundo, embargado de emoción, pasión, y él te envuelve, protector, reconfortante, su calor, te llega, bien adentro, y sentis que sos suyo, y él es tuyo, que son los dos, uno solo, y es hermoso, es, sencillamente, bello.