Sus dos ojos te miran atentamente, y no podés dejar de hundirte, sumergirte en ellos, más profundos que el más abismal de los océanos, y que sin embargo, de una sola mirada, pueden elevarte de forma más sublime y más allá incluso de las densas cumbres nepalesas, dos ojos que parecen encerrar un universo entero de emociones y sentimientos, en los que se refleja una mente inquieta y pasionada, dos ígneos iris de jade y esmeralda que juguetean inquisitoramente sobre tu cuerpo, ansiosos, hambrieentos de vos, esos dos ojos, más valiosos que una playa de piedras preciosas y un ejército de reyes midas, y que te tienen sometido, a su absoluta voluntad, ¿porque como negarse, como repeler ese hechizo, esa magia que desprenden, esa atracción totalmente absoluta de tu espíritu a ellos? sería como intentar separar los átomos, como intentar quebrar las leyes de la naturaleza, la tercera fuerza de atracción, la más poderosa, la de su mirada, sus dos hojos de hierba y cedro, de vida, de calor y de locura, de pasión, y de belleza, la de su amor.